sábado, 1 de julio de 2017

Las adelfas


Vienes a mí sin haberte buscado
sobre la vista de una avenida
donde muere cada noche un árbol solitario
y las adelfas expanden su tristeza
y su veneno
sobre borrachos ilustres
que cantan el rey
bajo la luz de una farola enamorada.

Dejé la rabia de un amor que me mordía
con el cuerpo traspasado
por la rosa de los mártires,
por una juventud
desgarrada por un pacto no firmado,
lastrada por una sensibilidad que me hacía llorar
cuando vivían los cementerios
y los viejos morían asomados a su ventana.

Me decían que era débil,
que no podría remar contra el levante
en un mar que estaba roto pero al que yo amaba
al recordar la brisa del verano
y los nombres que no volverían a sentarse en la mesa,
la soledad de un padre huérfano
que necesita ser querido y apenas sabe hablar,
escapa de casa cada día
y por la noche se enfrenta con su destino en la mar.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.