miércoles, 5 de abril de 2017

Ray Davies - Days



         En el mundo anglosajón, tributario del germánico, el poeta, como conocedor de los misterios, es adorado, respetado y, quizás, como cualquier oficiante que sabe lo que a los demás no les está permitido, temido y odiado. 

          Ray Davies se encuentra en un mundo que no le pertenece pero sabe desentrañarlo con un espíritu crítico prodigioso, como Bowie o Lennon en sus momentos de lucidez. De joven causaba pavor a cualquier grupo social sobre el que proyectara el objetivo, ese era el suyo, hablar con ironía, incluso con sarcasmo del mundo  al que socialmente pertenecía y se regocijaba en la decadencia de sus propias costumbres. No voy a cambiar esta sociedad, parecía decirse a sí mismo, pero me moriré riéndome de su estúpida autocomplacencia. 

        Ray Davies pasará a la historia por aquellos discos que publicó su grupo, The Kinks, en la segunda parte de la década de los 60 y los primeros años de los 70, los mejores conceptuales que se han grabado en la historia de la música popular, ni Revolver, ni Blonde on Blonde tienen tanta coherencia, ni una planificación aparente tan absorbente y metódica. Ray Davies en su mejor momento no se daba el mínimo respiro, podíamos hilar versos de distintas canciones creyendo que estaban perdidos en el mismo poema; eran tan parecidas y tan distintas las canciones.

           Days no es una canción que nos pondrían como ejemplo del genio creador de Davis, es simplemente una canción de amor agradecida cuando ya todo se ha perdido. Una rareza considerada entre los grandes logros del pop-rock. Aquí ya no es joven ni está acompañado por su grupo, pero es un momento mágico. En España no se respeta a los sacerdotes incluso entre los propios poetas y nunca lucieron estos días ni hubo sangre en el camino ni el flautista yacía en las puertas de la aurora, los españoles solemos equivocarnos con frecuencia y somos casi incorregibles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.